Los sarcomas de tejidos blandos son lesiones de origen mesenquimatoso que alcanzan hasta el 1% de todos los tumores, y aunque su frecuencia es relativamente baja, la afección de pacientes entre la tercera y quinta década de la vida y la necesidad de amputación en muchos de los casos, habitualmente encontrados en estadios avanzados, hizo que se desarrollaran nuevas técnicas de preservación de extremidades.
La Perfusión Aislada de la Extremidad (PAE) es un método de tratamiento oncológico que permite la administración de altas dosis de agentes quimioterápicos a la extremidad mediante el aislamiento de esta a través de un procedimiento quirúrgico. La técnica de la PAE es una técnica relativamente antigua desarrollada en la Universidad de Tulane en New Orleáns, Lousiana por Creech en 1958(1). Un año más tarde se describió la primera experiencia del mismo grupo en neoplasias (2). La ventaja de esta modalidad de tratamiento radica en que al tener aislada la circulación de la extremidad de la circulación sistémica permite otorgar una dosis alta de una droga citostática evitando así los efectos secundarios sistémicos. La perfusión aislada permite alcanzar concentraciones de 20 a 30 veces mayores que las alcanzadas por vía sistémica (3). Inicialmente diseñada para el tratamiento de las lesiones en tránsito por melanoma en Estados Unidos, ahora es utilizada ampliamente para tratar y rescatar las extremidades de una eventual amputación en Europa, principalmente en Holanda, Suiza, Bélgica, Alemania, Reino Unido, Italia y Francia. Actualmente se incluyen con éxito a los sarcomas de alto y bajo grado, el sarcoma de Kaposi, las lesiones primarias de Melanoma, algunos osteosarcomas, el carcinoma de células de Merkel, epidermoide y de células basales de piel y las metástasis cutáneas extensas entre otras. La droga estándar en la perfusión es el Melfalan (L-fenil alanina mostaza).
La evolución de la PAE se centra principalmente en Europa, cuando Jacques Lebrun en el Instituto Bordet de Bruselas realizó la primera perfusión en noviembre de 1960, con mediano éxito y argumentando deficiencias técnicas y tecnológicas (4). Una vez reportada la eficiencia de la hipertermia en el tratamiento de las lesiones en tránsito por el grupo de Cavaliere en 1967 muchos de los estudios en perfusión incluyeron esta modalidad terapéutica (5) hasta la actualidad.
El Factor de Necrosis tumoral, TNF por sus siglas en inglés (tumor necrosis factor), es una citosina pleiotrópica capaz de destruir los vasos neoangiogénicos tumorales, pero también responsable de muchos de los efectos de vasoplejía en el choque séptico. El uso de TNF recombinante fue explorado para su administración sistémica pero rápidamente descartado por sus severos efectos colaterales y nulo efecto antitumoral. Lejeune (6) y Lienard (7) diseñaron un protocolo de administración mediante el aislamiento de la extremidad (PAE) combinándolo con Melfalan en melanoma y sarcomas con resultados excelentes.